Tenía los ojos abiertos y la mente vacía, en blanco. Se respiraba ausencia, y el mundo estaba detenido por y para tí. Fueron dos segundos que parecieron once vidas, pero después no pude resistir y acabé girando la cabeza, desviando la mirada.
Ni amor, ni dolor, ni fiasco. Simplemente impotencia... impotencia con i... i de ignorante.
No hay comentarios:
Publicar un comentario